sábado, 14 de abril de 2012

Se sienten.
Se presientes entre los muros.
Se buscan.
Se repelan.
Se vuelven a encontrar.
Se odian públicamente
pero  uno de los dos ama al otro secretamente.
Se buscan.
Se vuelven a encontrar en sus laberintos privados.
Se aman.
Se odian. 
Vuelven a unir sus bocas para que sus lenguas de fuego hablen un dialecto muerto y olvidado.
Se miran, juran odiarse.
Vuelven sus absurdas contradicciones sentimentales.
Se miran, se ignoran.
Se ignoran y vuelven a amarse.
Las lenguas, sus salivas espesas.
Las largas miradas, los secretos en voz baja.

Sus manos juegan a hacer una araña
que teje y desteje sobre sus cuerpos una telaraña que los une y los aleja.
Tus manos,
el placer de saber que los pantanos en los que me hundo son las palmas de tus manos.
Los silencios.
Las siestas.
Las peleas.
Volver a nuestra ‘guerra’ sin tener fundamentos.
Dulces lenguas que recorren en sueños y en recuerdos
el dulce néctar secreto que el capullo de los muslos escondía.
Espesa noche
que en su manto trajo amor hasta el nirvana y el orgasmo,
trajo besos y palabras ausentes.
Trae oráculos de desamor y muerte
                                                                 

          [Carolina Bono – 10 de abril 2012 Facultad de Filosofía y Letras (Puán)]

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