miércoles, 2 de mayo de 2012

(Nota Suelta)

Aquí, en la oscuridad de ésta habitación 
y una ciudad que nos considera desertores de ella,
nuestros cuerpos se pierden entre las sabanas de una cama olvidada.
Entre besos y rezos, los cuerpos se toman,
dos personas que se sienten una, se besan con tal intensidad
 
que sus bocas arden,
unen lenguas de fuego y su razón se convierte en sombra y piedra.

Más acá, un hombre a secas que se siente Odín al ganar una guerra.
Que es Edipo venciendo a la Esfinge.
 
Un hombre que contempla el cielorraso
 
y pierde su mirada en el humo de un cigarro.

Más acá, una mujer que se siente desnuda y extraña.
Que siente en su sangre correr un ardiente fuego.
Que reconoce entre sus manos el tacto con la otra ánima.
Victima de aquél hombre que la apuñaló hasta alcanzar el de éxtasis de su orgasmo.
 
Que se siente la Esfinge a la que Edipo venció.
Que se siente vacía de amores, de las palabras que son ajenas.
Una mujer que se siente extrañamente enamorada.

Una valquiria que se entregó frente a un sentimiento tan noble como el amor, fue ahí donde presagio su fin.
 
Con sus batallas a cuestas, su cuerpo sucumbió ese instante final.
 
Un cuerpo solo que tiembla, que se desampara,
 
que se entrega a nadar a la muerte de un puerto de caricias y sabanas.
 


[ Carolina Bono - Martes 1 de Mayo 2012 ]

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